LOS PÁJAROS
(Fernando Valverde)
Los niños de Managua venden pájaros.
Saben cantar canciones en medio del invierno,
no conocen el frío,
imaginan la nieve como un momento hermoso
imposible en sus vidas,
conocen el temblor bajo los pies,
cuentan historias tristes mientras la gente huye,
hacen cantar sus pájaros de barro,
hacen sonar el viento como quien pide ayuda
en medio de un naufragio.
Pero todo es naufragio.
Los ahogados, sentados en las plazas,
reconocen la paz que el tiempo ha sometido
con balas que mordieron las espaldas
de algunos hombres tristes.
Los niños de Managua sueñan con ser pelícanos
y buscan un océano,
y golpean sus rostros contra el agua
hasta perder la vista.
Los niños de Managua
tienen las manos llenas de colores,
miran al cielo y vuelan hasta San Juan del Sur,
pierden el miedo al miedo,
logran ser como pájaros
que abandonan las manos de la muerte,
las sucias manos pobres del desierto.
Fernando Valverde nació en Granada el 9 de junio de 1980. Ha publicado varios libros de poemas entre los que destacan “Viento favorable”, finalista del premio hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez, “Madrugadas y Razones para huir de una ciudad con frío”, finalista del Fray Luis de León, que ha sido publicado por la editorial Visor. Con un conjunto de poemas de viaje titulado “La soledad del extranjero” obtuvo el premio Federico García Lorca de poesía. Fundador y director del Festival Internacional de Poesía de Granada junto a Daniel Rodríguez Moya, trabaja como periodista del diario EL PAÍS.
(Fernando Valverde)
Los niños de Managua venden pájaros.
Saben cantar canciones en medio del invierno,
no conocen el frío,
imaginan la nieve como un momento hermoso
imposible en sus vidas,
conocen el temblor bajo los pies,
cuentan historias tristes mientras la gente huye,
hacen cantar sus pájaros de barro,
hacen sonar el viento como quien pide ayuda
en medio de un naufragio.
Pero todo es naufragio.
Los ahogados, sentados en las plazas,
reconocen la paz que el tiempo ha sometido
con balas que mordieron las espaldas
de algunos hombres tristes.
Los niños de Managua sueñan con ser pelícanos
y buscan un océano,
y golpean sus rostros contra el agua
hasta perder la vista.
Los niños de Managua
tienen las manos llenas de colores,
miran al cielo y vuelan hasta San Juan del Sur,
pierden el miedo al miedo,
logran ser como pájaros
que abandonan las manos de la muerte,
las sucias manos pobres del desierto.
Fernando Valverde nació en Granada el 9 de junio de 1980. Ha publicado varios libros de poemas entre los que destacan “Viento favorable”, finalista del premio hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez, “Madrugadas y Razones para huir de una ciudad con frío”, finalista del Fray Luis de León, que ha sido publicado por la editorial Visor. Con un conjunto de poemas de viaje titulado “La soledad del extranjero” obtuvo el premio Federico García Lorca de poesía. Fundador y director del Festival Internacional de Poesía de Granada junto a Daniel Rodríguez Moya, trabaja como periodista del diario EL PAÍS.
EL SUEÑO DE DORA MARÍA
(Vidaluz Meneses)
(Vidaluz Meneses)
“Ví el escenario de mi muerte”
DMT
Al quinto día, bajo el plástico negro, (techo de la casa del pobre), al filo de la madrugada, a Dora María la rozó el velo de la muerte, y tentada por tan dulce mortaja, extendió los brazos al infinito. Su cuerpo translúcido levitó y como un globo liberándose de los sacos de arena ascendió sobre las palmeras, bajo la tenue luz del amanecer.
Pero fueron miles los brazos que se alzaron entrelazados y formaron una inmensa red para cazar en el aire, a esta mariposa de luz que se extinguía en la distancia, y la retornaron a la rotonda, donde bandadas de palomas extendían sus alas azul y blanco saludando su regreso.
Así volvió al sitio donde había recuperado la esperanza y el sueño de un pueblo.
Vidaluz Meneses
Junio, 2008
Vidaluz Meneses nació el 28 de Mayo de 1944 en Matagalpa, Nicaragua. Es Vice Presidenta del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE). Entre sus obras publicadas se encuentran: Llama Guardada, 1974 (Poesía); El aire que me llama, 1982 (Poesía); Llama en el aire (Antología Poética, 1974-1990); Todo es igual y distinto (2002, editado por el Centro Nicaragüense de Escritores), La lucha es el mas alto de los cantos (Ediciones anama, 2006, Testimonio), y Sonreír cuando los ojos están serios (Selección de poemas, 2006). También es co-editora de “Literatura para Niños en Nicaragua”(Distribuidora Cultural, 1995); y Co-editora con el poeta Juan Carlos Vilchez de la antología “Nicaragua en las redes de la Poesía (Anamá Ediciones, 2008).
DMT
Al quinto día, bajo el plástico negro, (techo de la casa del pobre), al filo de la madrugada, a Dora María la rozó el velo de la muerte, y tentada por tan dulce mortaja, extendió los brazos al infinito. Su cuerpo translúcido levitó y como un globo liberándose de los sacos de arena ascendió sobre las palmeras, bajo la tenue luz del amanecer.
Pero fueron miles los brazos que se alzaron entrelazados y formaron una inmensa red para cazar en el aire, a esta mariposa de luz que se extinguía en la distancia, y la retornaron a la rotonda, donde bandadas de palomas extendían sus alas azul y blanco saludando su regreso.
Así volvió al sitio donde había recuperado la esperanza y el sueño de un pueblo.
Vidaluz Meneses
Junio, 2008
Vidaluz Meneses nació el 28 de Mayo de 1944 en Matagalpa, Nicaragua. Es Vice Presidenta del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE). Entre sus obras publicadas se encuentran: Llama Guardada, 1974 (Poesía); El aire que me llama, 1982 (Poesía); Llama en el aire (Antología Poética, 1974-1990); Todo es igual y distinto (2002, editado por el Centro Nicaragüense de Escritores), La lucha es el mas alto de los cantos (Ediciones anama, 2006, Testimonio), y Sonreír cuando los ojos están serios (Selección de poemas, 2006). También es co-editora de “Literatura para Niños en Nicaragua”(Distribuidora Cultural, 1995); y Co-editora con el poeta Juan Carlos Vilchez de la antología “Nicaragua en las redes de la Poesía (Anamá Ediciones, 2008).
Carlos Calero-
I
Nicaragua se lanza en tropel confuso a la inversa, su pesimismo levanta ceniza y latidos, salta sobre la plaga del demonio y sus festejos; el aire no es el espíritu y las ondas del azufre carcomen las ciudades,
II
se desgarra una bandera según el ojo de quien la vea, explotan las roconolas del nocturno en las celebraciones de lo que fue la guerra, crece la defecación mental con avaricia y los mastines; no hay retrete para excretar maldiciones del intestino, crecen círculos de brujerías con sapos y muñecos del político culpable, con extraviada Llorona que teme a las ciudades, a las cadenas del cadejo y su propia leyenda con el tufo a desolación en la desmemoria;
III
tufo a cabanga, tufo del defalco insinuado en las cortes legales, tufo al dólar y encerronas, santo y seña de embajadores cada víspera de las votaciones, semántica del patrimonio nacional con altavoz y sarna que levanta llagas, y desgaja molares niños a la sombra del espinazo descoyuntado y parálisis; y nos atacan las moscas peludas en los mercados, la Internet exhibe una sábana de baypases con niña prostituida y besada por el viento de la noche y el lago, cuando esgrime cuchillos el que muere y no olvida el tamaño de su cruz para atravesarla sobre las calles;
IV
no se sonrojan las planas ni políticos del celuloide para el mega-mercado democrático en el extranjero;
V
Nicaragua levanta ortigas en su laberinto azul y descreído, saca lágrimas con el altar de sus costumbres; huye de su propia sombra y el séquito de agüizotes que transitan desde el cementerio… es el alba y un tufo de huesos con el humo de héroes borrados de las paredes;
VI
Semana Santa habla del silencio que duele, de un barranco y nuestras marimbas, la pitahaya con todo el dolor virgen dentro del lago y su soledad que se hace poema.
VII
Los espejos oculares miran historias desde la calle, rompen lunas traicionadas que van y vienen para azuzar los insomnios; luna que deja sin rostro a las ánimas extraviadas frente a la catedral en Managua; y mienten con voz ajena para que las imitemos, y nos volvamos pedagogos de la sordera; del cuchillo esquirlado, o quien huye de los güegüenses y carne en los ganchos de hierro devorado por los pobres, o de los que patrocinan la abulia con auto-devoraciones, o descargan su propio olvido sobre el paso siniestro de los sarcófagos; y, por último, honrando las paradojas ponen chile y sal en el ojo de quien resucita para que despertemos y nos juntemos con el aire, atando al grito los poemas, estridente vocinglero y como ipegüe nos volvemos alegres.
Carlos Calero nace el 9 de agosto de 1953, Masaya, Nicaragua, en el legendario barrio de Monimbó. Trabajó en los Talleres de Poesía en el Ministerio de Cultura a la par del poeta y sacerdote Ernesto Cardenal. Ha publicado los títulos de poesía “El Humano Oficio”, “La Costumbre del Reflejo”, “Paradojas de la mandíbula” y, recientemente, “Arquitecturas de la sospecha”. Recientemente se hizo un estudio acerca de su poesía (Del exteriorismo al erotismo en la poesía de Carlos Calero) con grado de maestría en la Universidad de Costa Rica.
I
Nicaragua se lanza en tropel confuso a la inversa, su pesimismo levanta ceniza y latidos, salta sobre la plaga del demonio y sus festejos; el aire no es el espíritu y las ondas del azufre carcomen las ciudades,
II
se desgarra una bandera según el ojo de quien la vea, explotan las roconolas del nocturno en las celebraciones de lo que fue la guerra, crece la defecación mental con avaricia y los mastines; no hay retrete para excretar maldiciones del intestino, crecen círculos de brujerías con sapos y muñecos del político culpable, con extraviada Llorona que teme a las ciudades, a las cadenas del cadejo y su propia leyenda con el tufo a desolación en la desmemoria;
III
tufo a cabanga, tufo del defalco insinuado en las cortes legales, tufo al dólar y encerronas, santo y seña de embajadores cada víspera de las votaciones, semántica del patrimonio nacional con altavoz y sarna que levanta llagas, y desgaja molares niños a la sombra del espinazo descoyuntado y parálisis; y nos atacan las moscas peludas en los mercados, la Internet exhibe una sábana de baypases con niña prostituida y besada por el viento de la noche y el lago, cuando esgrime cuchillos el que muere y no olvida el tamaño de su cruz para atravesarla sobre las calles;
IV
no se sonrojan las planas ni políticos del celuloide para el mega-mercado democrático en el extranjero;
V
Nicaragua levanta ortigas en su laberinto azul y descreído, saca lágrimas con el altar de sus costumbres; huye de su propia sombra y el séquito de agüizotes que transitan desde el cementerio… es el alba y un tufo de huesos con el humo de héroes borrados de las paredes;
VI
Semana Santa habla del silencio que duele, de un barranco y nuestras marimbas, la pitahaya con todo el dolor virgen dentro del lago y su soledad que se hace poema.
VII
Los espejos oculares miran historias desde la calle, rompen lunas traicionadas que van y vienen para azuzar los insomnios; luna que deja sin rostro a las ánimas extraviadas frente a la catedral en Managua; y mienten con voz ajena para que las imitemos, y nos volvamos pedagogos de la sordera; del cuchillo esquirlado, o quien huye de los güegüenses y carne en los ganchos de hierro devorado por los pobres, o de los que patrocinan la abulia con auto-devoraciones, o descargan su propio olvido sobre el paso siniestro de los sarcófagos; y, por último, honrando las paradojas ponen chile y sal en el ojo de quien resucita para que despertemos y nos juntemos con el aire, atando al grito los poemas, estridente vocinglero y como ipegüe nos volvemos alegres.
Carlos Calero nace el 9 de agosto de 1953, Masaya, Nicaragua, en el legendario barrio de Monimbó. Trabajó en los Talleres de Poesía en el Ministerio de Cultura a la par del poeta y sacerdote Ernesto Cardenal. Ha publicado los títulos de poesía “El Humano Oficio”, “La Costumbre del Reflejo”, “Paradojas de la mandíbula” y, recientemente, “Arquitecturas de la sospecha”. Recientemente se hizo un estudio acerca de su poesía (Del exteriorismo al erotismo en la poesía de Carlos Calero) con grado de maestría en la Universidad de Costa Rica.
JAURIA
(Rafael Mitre)
Mirar por la ventana es tocar recuerdos,
sobarlos como gatos en las piernas y soñar púas.
La angustia le pone cuatro paredes, un techo y un piso a los cambios
mientras gira una corriente de aire que se filtra por una oquedad.
Parecen saltar perros por un pedazo de muerte:
es un teléfono,
una calle recién pavimentada con la espera,
ella partiendo cebollas con sus ojos en una ventana.
Estos perros parecen saltar a ratos y desesperarse
ladrando en el idioma de un hombre sin piel.
Allá (donde acaso miramos
con la esperanza de hacernos ahogar) el sol se mata
llenado de tifus los alrededores.
Rafael Mitre (Seudónimo de Rafael Benavente) poeta y subdirector de “Tarantella Literaria”. Sus poemas aparecen dispersos en los suplementos literarios de La Prensa y Nuevo Diario, y en las antologías “Cruce de Poesía” (antología binacional) y “Poetas Novísimos del Tercer Milenio” ambas de editorial 400 elefantes, y en una muestra de poesía, “Poetas Pequeños Dioses”, de leteo ediciones. Actualmente prepara actualmente un libro de poemas.
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